Como todos los 1º de mayo, en todo el mundo, se celebra
mañana el Día Internacional del Trabajador.
MANO DE OBRA EN SALTA
Nos valemos de la fecha
histórica también para dimensionar
y tener en cuenta la procedencia de la mano de obra en Salta. Una provincia
con 13 Pueblos Originarios, caso único en todo el país, y a nivel mundial.
Más del 70% de la población
de Salta desciende de algún Pueblo Originario, el grueso de la mano de obro
usada en la construcción es de origen nativo, lo mismo sucede en cuanto al
trabajo rural, caña de azúcar, tabaco, vid, etc.
En grandes proporciones vemos hermanos originarios, en
dependencias del estado y sectores privados como, administración pública,
maestros, profesores, policías, soldados, gendarmes, seguridad privada, etc.
En los independientes, los comerciantes originarios también son mayoría, desde quiosqueros,
despenseros, panaderos, peluqueros, carpinteros, gasistas, plomeros,
contratistas, etc.
Los artistas, son en gran parte originarios, lamentablemente
son asimilados a la figura folclórica del gaucho, hoy vaciada y desgastado por
su imagen comercial turística, y de razón más festiva que real.
Toda esta masa de trabajadores, han llegado a niveles de
derechos laborales impensados, a veces valiéndose
de batallas históricas del movimiento indígena
que no han sido revalorizadas, ni por los historiadores locales ni por la investigación
periodística. O bien no afinaron el lápiz y la lupa al analizar las identidades
de los movimientos regionales, mal llamados sociales en el norte argentino.
Revueltas indígenas contra los Patrón Costas, que obligaban
a los hermanos a trabajar casi gratis y a la fuerza, en los ingenios es visto
por la historia como una expresión regional de la economía liberal y del Orden Conservador en lo político. Un gran hincapié de la
historia en ver las redes sociopolíticas de las oligarquías en el proceso histórico,
era y es una de las formas de hacer historia y de relatarla. Esta visión parte desde el protagonismo de los
más fuertes dejando de lado a los más débiles como sujetos sin importancia para
el relato histórico abandonando la cuestión de la identidad cultural, algo que
le dio más unidad a la lucha que su situación de opresión y explotación económico
– política.
Más atrás en la
historia, podemos ver en el ejército del norte bajo la comandancia de Güemes,
una masiva participación de originarios en la búsqueda de poder acceder a sus
propias tierras con un título legalizado por sus servicios prestados. Tierras que
habían sido arrebatados 200 años antes por los conquistadores, que en aquel
momento concedían derechos a través del llamado “fuero gaucho” como medio para
alinear a los indígenas y mestizos al
bando independentista.
Muchos trabajaron y lucharon por su liberación, también fueron
parte de la construcción de lo que hoy es el estado argentino, y en aquel
entonces también miraban con encono lo que los gobiernos centrales expresaban
como “patria” argumento o fórmula utilizada para inflar el pecho de los que sostenían
con su trabajo la estructura económica política agroexportadora del naciente estado
argentino.
LA ACTUALIDAD
Es cierto que muchos hermanos no han atravesado el proceso
de autorreconocimiento aunque un presente de dura integración les debe hacer reflexionar sobre las razones que tienen las prácticas
discriminatorias.
Esta densa masa de la población es poco consiente también de
su fuerza política organizada y que muchas de las futuras conquistas laborales,
son más cercanas por medio del reconocimiento de las identidades, del
desarrollo de las capacidades políticas de este sector social mayoritario que
no termina de hacer conciencia, que por
cuestiones planificadas desde afuera.
EL PRIMERO DE MAYO EN LA CULTURA OCCIDENTAL
Una fecha que remite a las luchas por conquistas laborales
que permitieron dar un salto de calidad y alejar las condiciones de explotación
que eran una constante hasta que la clase trabajadora se organizó.
Es la fiesta por excelencia del movimiento obrero y de homenaje a los Mártires de Chicago.
El reclamo de los trabajadores era claro: “Ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa”. A partir de 1886, se produjeron varios movimientos para conseguir una jornada de trabajo de ocho horas, ya que en esa época era usual que la misma fuera de 12 y 16 horas diarias.
Los Mártires de Chicago era un grupo de sindicalistas anarquistas que fueron asesinados en 1886. Ese mismo año, la Noble Order of the Knights of Labor, una organización de trabajadores, logró que el sector empresarial cediese ante la presión de las huelgas por todo el país.
Entonces, el presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó una ley (ley Ingersoll) estableciendo ocho horas de trabajo. Como los empleadores se negaron a acatarla, los trabajadores de Chicago iniciaron una huelga el 1º de mayo, que comenzó con una manifestación de más de 80.000 trabajadores liderados por Albert Pearsons.
A partir del conflicto se fue extendiendo a otras ciudades de Estados Unidos, entrando en paro más de 400.000 obreros en 5.000 huelgas simultáneas. La magnitud del conflicto causó preocupación al gobierno y al sector empresarial, que creyeron ver en las manifestaciones y huelgas el inicio de una revolución anarquista.
Sin embargo, la fábrica Mc. Cormik de Chicago no reconoció la victoria de los trabajadores y el 1 de mayo de aquel año la policía disparó contra los manifestantes que, a las puertas de la fábrica, reivindicaban el nuevo acuerdo. Durante los siguientes días murieron más trabajadores, hasta que el día 4 una bomba estalló contra las fuerzas policiales, suceso conocido como el atentado de Haymarket.
CONDENAS. El 21 de junio de 1886 comenzó el juicio a 31 obreros acusados de haber sido los promotores del conflicto. Todos fueron condenados, dos de ellos a cadena perpetua, uno a 15 años de trabajos forzados y cinco a la muerte en la horca.
Relato de la ejecución por José Martí, corresponsal en Chicago del diario La Nación: “Salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: ‘la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora’. Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable...”
La culpabilidad de los condenados nunca fue probada.
Muchos países rememoran esta fecha, pero hay algunos que no lo hacen, siendo en general países de colonización británica, como Estados Unidos y Canadá, que celebran el Labor Day (Día del Trabajo) el primer lunes de septiembre; Nueva Zelanda, el cuarto lunes de octubre.
Es la fiesta por excelencia del movimiento obrero y de homenaje a los Mártires de Chicago.
El reclamo de los trabajadores era claro: “Ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa”. A partir de 1886, se produjeron varios movimientos para conseguir una jornada de trabajo de ocho horas, ya que en esa época era usual que la misma fuera de 12 y 16 horas diarias.
Los Mártires de Chicago era un grupo de sindicalistas anarquistas que fueron asesinados en 1886. Ese mismo año, la Noble Order of the Knights of Labor, una organización de trabajadores, logró que el sector empresarial cediese ante la presión de las huelgas por todo el país.
Entonces, el presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó una ley (ley Ingersoll) estableciendo ocho horas de trabajo. Como los empleadores se negaron a acatarla, los trabajadores de Chicago iniciaron una huelga el 1º de mayo, que comenzó con una manifestación de más de 80.000 trabajadores liderados por Albert Pearsons.
A partir del conflicto se fue extendiendo a otras ciudades de Estados Unidos, entrando en paro más de 400.000 obreros en 5.000 huelgas simultáneas. La magnitud del conflicto causó preocupación al gobierno y al sector empresarial, que creyeron ver en las manifestaciones y huelgas el inicio de una revolución anarquista.
Sin embargo, la fábrica Mc. Cormik de Chicago no reconoció la victoria de los trabajadores y el 1 de mayo de aquel año la policía disparó contra los manifestantes que, a las puertas de la fábrica, reivindicaban el nuevo acuerdo. Durante los siguientes días murieron más trabajadores, hasta que el día 4 una bomba estalló contra las fuerzas policiales, suceso conocido como el atentado de Haymarket.
CONDENAS. El 21 de junio de 1886 comenzó el juicio a 31 obreros acusados de haber sido los promotores del conflicto. Todos fueron condenados, dos de ellos a cadena perpetua, uno a 15 años de trabajos forzados y cinco a la muerte en la horca.
Relato de la ejecución por José Martí, corresponsal en Chicago del diario La Nación: “Salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: ‘la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora’. Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable...”
La culpabilidad de los condenados nunca fue probada.
Muchos países rememoran esta fecha, pero hay algunos que no lo hacen, siendo en general países de colonización británica, como Estados Unidos y Canadá, que celebran el Labor Day (Día del Trabajo) el primer lunes de septiembre; Nueva Zelanda, el cuarto lunes de octubre.